Los libros de artista

La edición de libros ilustrados adquiere gran difusión a principios del siglo XX pero muchas ilustraciones siguen estereotipos fotográficos o una línea convencional de grabado xilográfico salvo raras excepciones. Une Semaine de Bonte de Max Ernst de 1933, introduce el collage surrealista y una visión renovada del libro. Un libro facsímil de los collages originales editado por la Fundación Mapfre en 2009 incorpora las luces y las sombras surrealistas a la colección. Después de la 2º Guerra Mundial se experimenta con la ilustración y la tipografía y aparece un nuevo concepto del libro moderno. Jazz de Matisse de la editorial Teriade en 1947 es un buen ejemplo, por la gran unidad de sus imágenes de colorido y caligrafía impactante. A Toute Epreuve de Joan Miró de 1958 también investiga con los signos y los textos dentro de las imágenes para transmitir una innovadora visión espacial. En los años sesenta el mundo editorial alcanza una gran libertad y creatividad con el pop-art como se puede apreciar en numerosos ejemplares con su gran variedad de texturas de papel y formatos desplegables. One Cent Life editado por Wallace Ting y Sam Francis en 1964 es posiblemente la obra cumbre de este estilo por su gran formato y numerosas imágenes. Con portada de Lichtenstein y 62 litografías in-folio de Warhol, Rauschenberg, Wesselmann, Indiana, Rosenquist, Alechinsky o Saura entre otros. Solo con la obra gráfica de este volumen se han organizado diversas exposiciones en todo el mundo, como la realizada en la Woodward Gallery en el 2006. El minimalismo y el entorno del grupo Fluxus con sus libros/objetos como paradigma de la obra artística y el performance. Piezas como Hair box de , Richard Artswager, Tortured colour de Arman, Mend piece for John de Yoko Ono y artistas como Christo, Nam June Paik, Vostell y el Grupo Zaj están bien representados en la colección.

El libro de artista moderno tiene un amplio desarrollo desde finales del siglo XX. Estos volúmenes suelen ser piezas únicas o de pequeña tirada por lo que se convierten en obras de arte de gran valor. Tienen una gran variedad de formas que pueden ir desde el clásico cuaderno de apuntes hasta el libro que aborda un concepto o idea plástica original. Dentro de la tipología del cuaderno de taller se puede situar el Bloc de Anton Christian y 20 Jahre Einsamkeit de Anselm Kiefer o el Tailleur du Coeur de Rebecca Horn; otros libros puramente conceptuales son Wit- White de Herman de Vries con todas sus páginas en blanco o los libros de Isidoro Valcárcel Medina, Antoni Muntadas, Julio Plaza y Francisco Pino. Hay libros más formalistas como el de Paul Gehry, A cloud de Katsumi Komagata o Dibujar el Sol de Bruno Munari que contrastan con las imágenes de archivo de Edward Ruscha, Hans Peter Feldman, Lothar Baumgarten o Hanne Darvoben. Otros libros tienen un carácter autobiográfico como el Lexicon de William Kentridge .My Photo Album de Tracey Emin o 6 Septembres de Christian Boltansky. Las instalaciones con libros están representadas por volúmenes que pertenecieron a El Partenón de los libros de Marta Menujín en su instalación de la 14 Documenta de Kassel de 2017 y Luz blanca-Luz negra una instalación original de Alicia Martín.

En los primeros años del siglo XXI, el libro de artista ha perdido su aura de pieza única para convertirse en un instrumento de comunicación del propio creador con un público más amplio. Las ediciones suelen ser normalmente pequeñas y baratas para una mayor difusión. Este tipo de libros es algo más que un catálogo de las obras de un artista; lo importante es su concepto unitario y su idea original. Como la pieza El trabajo es la dictadura de Santiago Sierra que formo parte de una performance en el que un grupo de parados sentados en una galería se dedicaron a caligrafiar ocho horas diarias esta frase, por el sueldo base durante quince días. Esta acción muestra los claroscuros de la precariedad laboral. En esta línea de denuncia se sitúa el Dossier Hummint de Julián Barón que pone los focos sobre el espionaje industrial de China. También Listados de Ignasi Aballí o ¿Por qué temer al futuro? de Carlos Amorales que indagan en la realidad actual.

 

Fotolibros

Los fotolibros tienen un gran desarrollo estos últimos años. No son textos ilustrados con imágenes fotográficas sino libros ordenados con una secuencia de imágenes legible. Deben de ser mirados con una continuidad visual. El fotolibro es un todo conceptual de imágenes, diseño gráfico y edición que puede tener un solo autor o ser un trabajo colectivo. Durante el siglo XX se editaron muchos libros con fotos pero muy pocos se pueden considerar fotolibros; Sin embargo con el comienzo del siglo XXI la producción se ha multiplicado. Han aparecido nuevas editoriales que arriesgan con tiradas muy pequeñas o el propio fotógrafo apuesta por la autoedición. Esta colección incluye el trabajo de los pioneros de este tipo de libros en España como José Ortíz Echagüe, Ramón Massats y Alberto Schommer. A nivel internacional se incluyen los títulos más importantes de Edward Ruscha, De reojo de Syilvia Plachy o Birgit de Hans Peter Feldman. La gran variedad de temas en este tipo de libros es muy amplia. Aunque en la colección predominan los que toman los efectos de luz como motivo principal. Phasion Photo de William Wegman de 1999 trata con ironía el mundo de la moda al fotografiar a perros como elegantes modelos. Marina Abramovic en The Kitchen se autorretrata en cocinas de convento simulando ser una Santa Teresa postmoderna. En los últimos años han aparecido trabajos de gran calidad como los títulos Nosotros de Juan Valbuena o La caja de acuarelas de Oscar Molina. Nosotros es un fotoalbum del barrio de Lavapiés de Madrid con la realidad multicultural de la globalización de los últimos años que contrasta con las fotos en blanco y negro de Caja de acuarelas como si fuese una extensión poética de la propia realidad de contraste de luces y sombras. En 20 ways to dissapear Enric Montes muestra una poética de la fugacidad de los reflejos de la luz y los momentos de la vida.

 

 

 

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